jueves, 26 de julio de 2012

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¿Sabes ese momento en el que el dolor físico es la única forma de ensombrecer el dolor interno? A mi me pasa con frecuencia. Cojo la cuchilla y empiezo a deslizarla por mi antebrazo, algunas gotas de sangre aparecen y la herida empieza a escocer, de esa forma me centro en ese dolor y me olvido de cómo se rompe mi alma en mil pedazos. Luego sólo quedan las cicatrices, pequeños recordatorios de lo mucho que me odio a mi misma por hacer eso, de lo mucho que me odio a mi misma en general.
Supongo que me lo merezco, me merezco todo el sufrimiento del mundo y todo lo malo que pueda pasarme.
Pero ya estoy tan harta de todo, lo único que quiero hacer es morirme, y que ese día llueva, que llueva hasta que se borren todos mis recuerdos.
Y tener 10 rosas negras sobre mi tumba sería el mejor final.

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