Casper, seguro que, como yo, habréis visto esta película infinidad de veces ya que se ha convertido en un clásico. Esta película de 1995 revive a Casper, un un fantasma pequeño y amistoso, aparecido anteriormente en una serie de animación, que tiene problemas para hacer amigos ya que asusta a los vivos.
La historia comienza cuando Carrigan Kritenden, una mujer cuyo adinerado padre le deja en herencia una enorme mansión en Maine. Pero no puede hacer uso de ella porque esta infestada con fantasmas que no permiten que nadie entre a lo que ellos consideran su propiedad.
Desesperada, Carrigan opta por contratar a un psiquiatra especializado en espíritus para que los desaloje de la casa. El doctor Harvey lleva consigo a su hija de doce años, Kat. Casper se enamora de la muchacha, y hace lo posible para que el doctor y su hija se queden permanentemente en la casa, a pesar del constante acoso de sus tres tíos, que no están dispuestos a dejarse despojar tan fácilmente.
Cuando Casper era un niño, le pidió a su papá un trineo para Navidad. Éste no parecía querer dárselo pero finalmente accedió y Casper se pasó jugando todo el día. Más tarde oscureció y enfermó para después morir. No obstante, no pudo irse a donde debía haber ido, y se quedó en la casa de sus padres para que no estuvieran solos. El padre de Casper trató de devolverlo a la vida, creando para ello la máquina Lázaro.
Finalmente Kat y Casper se hacen amigos íntimos, y logran derrotar a la malvada Carrigan. Además, establecen contacto con Amelia, la esposa fallecida del doctor, que la había buscado durante años.
Con este argumento es fácil pensar que se trata de una simple película para niños pequeños, pero sin embargo tiene una mágia y una ternura que me encantan.
Una de mis escenas preferidas, por no decir mi escena preferida de dicha película, es la siguiente:
Y por supuesto la parte del final, en el maravilloso y colorido baile de Halloween donde Casper, convertido en un niño de carne y hueso baila con Kat.
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